Es mi último dolor, sentir menesteroso;
como los pies del Rey Nabucodonosor,
Babilonia pagana que muere en su dolor;
y aunque es monarca triste, también es muy hermoso.
Es mi último dolor cual dos tristes caminos,
y se toma mi alma como un gran bulevar;
y qué más podré hacer, sino echarme a llorar.
En mi dolor habitan dos lanzas de Longinos.
Es mi último dolor la Esfinge sin querer,
que es ídolo en mi prójimo, dolor cuajado en hombre
que viene del ayer, arena ya sin nombre;
en esa arena se dibujó una mujer.
Es mi último dolor, el brillo de un rubí
insinuado en la aurora, dolor de un vil Mar muerto
con sus olas de vida; voz que clama al desierto.
¿Acaso no lo oyes? ¡Oh dolor...Heme aquí!
Jadea mi reloj de pecado y de amor.
Muchedumbres excelas, es mi último dolor!
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David John Morales Arriola