¿En qué, esternocleidomastoideo,
pensó el cura cuando te bautizó?
Aún no le habrá perdonado dios
por adjudicarte un nombre tan feo.
Si intento pronunciarte, me mareo
y en mi lengua se atasca hasta el sabor.
Deletrearte me da desazón.
Siento tortícolis cuando te leo.
He decidido escribirte un soneto
porque en el romance no me cabías.
Más que a músculo, me suenas a estafa.
Tu distensión acapara un panfleto.
Eres tan largo como un pan sin días.
Tatuaje para un cuello de jirafa.