El mar golpea las rocas
de este viejo acantilado
donde solo... y nostalgiado,
pienso en mi vida...
en el ayer... en mis huellas...
Mirando hacia el infinito
donde se entrega la mar
besando al horizonte,
me veo volando cielos,
navegando con mis sueños,
descubriendo al amor
libre y sin fronteras,
porque es preciso andar
buscando sin claudicar
donde habitan las quimeras.
... Mis ojos cuando ven mar
dejan caer lagrimones
de alegría y añoranzas !...
Viendo las olas bravias
enfrentarse a los vientos,
recuerdo aquellos mis días
de aguas en turbulencias,
azotado por las tormentas
de una existencia azorada
que fui timoneando...
riendo y cantando...
mientras alrededor el mundo
podía estarse derrumbando.
Caminando los caminos
me embriagué de alcohol y paisajes,
aspiré sustancias fuertes,
y coqueteé con la muerte...
Hice amores... muchos amigos...
faltaba lugar en mi alma
para tantas emociones
que lejanas, mas no olvidadas,
hoy las voy a compartir
en un diálogo silencioso
con estas rocas calladas.
Di vueltas... di muchas vueltas !
hasta llegar a estas rocas
donde me asiento, y al contacto
me trasmiten su energía,
me hacen sentir que llegué
hasta ellas culminando
la aventura de crecer.
El mar permanece ahí...
...la vida está flotando...
la escucho rugir
con las olas al golpear
estas rocas, testigos
de las eras que al pasar
las han roído... agrietado...
mas que caigan no han logrado !
Están aquí... como vestigios
que el tiempo no pudo vencer,
y en su entorno todavía
en círculos constantes
donde girando aún estoy,
nacen y mueren los sueños
humanos... que tienen fin.
Me levanté... miré el mar,
tan húmedo como mi rostro,
acaricié de las rocas
su piel tibia y musgosa...
di media vuelta y enfrenté
el camino de regreso
pues aún tienen mis pasos
senderos por recorrer.