Beber tus versos quisiera
para darlos a la luna,
sitio que es diván y cuna...
canción del cielo, ribera
quieta del amor que espera
la piel tersa que se acuna
dócil, como si fuese una
suave, muy paciente hoguera.
En ella, noches tendría
para dibujar planetas
y soles nuevos. Daría
muchos cantos y saetas
en tus ojos, niña mía...
bebiendo tus aguas quietas.