¿Cómo olvidar
tu voz tan mía?
Tu voz anclada
en mi ser
cuando pronunciaste
el nombre de Aquel.
Sangre de poetas
que fluye,
¿cómo olvidar tu despedida?
¿Tu nunca y tu después
al pie del eucalipto?
Tu vida corrió profunda,
entre la sencillez pueblerina
y tu nobleza.
Eras como el mediodía
sobre el patio
de verdes uvas al sol.
Las húmedas murallas
aún retienen tu voz.
Hermano,
se ha enclavado en mí
tu muerte,
que agazapada
entre tu blanca camisa,
y tu dolor humano,
anunciaba soledad.
En tu pecho palpitante
la palabra \"madre\"
gemía.
Era el atardecer
cuando ofrendándonos
tu legado maestro,
te rendiste;
y pacífico y anhelante
cruzaste a la otra orilla.
Ingrid Zetterberg
Dedicado al poeta peruano
Abraham Valdelomar
De mi libro: \"Por los bosques del silencio\"
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