Visite mi tumba,
ponga flores en mi tumba,
turista,
el cementerio no queda lejos del infierno.
Fotografié el humo,
hice esculpir un epitafio con sangre humana,
con mi propia sangre,
amigo turista.
Yo soy el sepulturero que cavó mi fosa.
Yo estoy dentro de la fosa
y me río de ustedes.
Me río a carcajada limpia.
Yo me maté en defensa propia
y acudí al juzgado.
El veredicto fue el siguiente:
cadena perpetua.
Yo ya llevaba entre las manos mi propia calavera.