El medio día, ausente de sombras
lleva en su aire espeso
el presagio bochornoso
de un negro horizonte
al noroeste.
Las primeras ráfagas
envolventes
en fantasmales remolinos
anuncian la tormenta.
En mi mano
se completa el arma
miro lejos
quizá para no
verme
en medio de esa vasta planicie
donde
la escala se trueca
haciéndome desmesuradamente
enorme.
El viento se torna continuo
el polvo
pierde la visión
transformando nuevamente
la realidad.
Comienzan los truenos
feroces
que hacen
la tierra vibrar
hasta que
todo se detiene
por un disparo.