Una huerta
con naranjas,
limones
en un limonero,
abundantes y pequeñas
teresitas
es mi infancia.
También abundaban los aromas
creados
por mi abuela,
lejos
de elegías existenciales
y preguntas
sin respuesta.
Una huerta
donde los sueños
se cosechan en los árboles;
se comen
con suaves panes
rellenos de futuro
y aroma de entusiasmo.
Siempre
encuentro la ruta
para llegar
a mi huerta.
Una estrella polar
traza
en el aire
el camino
a pesar del mare magnum
de recuerdos intermedios;
dibujando líneas inconexas
de árboles y estrellas
en las que se transporta
el jinete de la infancia.