A UN NIÑO DE LA GUERRA.
Duerme, pequeño.
Te arrullará el paso trepidante
de los tanques de guerra.
Dormirás tranquilo
mientras tiembla la tierra.
Si acaso te despierta
el rugir de los aviones,
vuélvete a dormir
al arrullo de las explosiones
y el estallido de las bombas.
Vuélvete a dormir
al abrigo de las sinrazones
que se acurrucan en las sombras.
No importa dónde tu sueño vaya
lo arrullará la metralla.
El mal trabaja
para que tú duermas
y nunca más despiertes.
No te atormentes.
Duerme, pequeño.
Que te arrulle
el castañear de tus dientes
y el frío de tu orfandad.
Que nada turbe tu sueño;
ni siquiera el empeño
con que palpita la maldad.
A tu cuerpo dormido ya acaricia
la avaricia
que arrulla tu soledad.
©Luis Morales
Noviembre 20, 2015