Fluímos siempre libres, cual corriente de río
dejando cargas de rocas al paso,
esperando desembocar en el inmenso mar,
fundidos, desesperados por desencadenar olas pasionales
y hacer con nuestros deseos la furia de la pleamar
Me sumergía en tu abismal y cálido cuerpo
y tú, emergías de los sombríos glaciares de mi boca
volando de hemisferio a hemisferio,
de mundo a mundo.
Vuelos simultáneos los nuestros,
nunca vistos en parvadas de aves en busca del horizonte.
errados, siempre errados.
Ardímos cual fuego escarlata, rojo vehemente,
sin consumirnos en cenizas al alba.
Pintamos de caricias la aurora,
y de besos acuareleamos el ocaso.
Fuimos poesía, poesía pura
y no de esa lírica barata de la que ahora venden
de la que confunde amor con necesidad,
con compañía.