Usted iluminó mi oscuridad
dió luz a los ocasos sorprendidos.
estaba confundido para unir
a nuestra intimidad en plenitud.
Me agobiaron, confieso en soledad,
los ayes qué invadieron mis sentidos,
y naufragó de pronto al relucir
el temor a vivir sin su virtud.
Solo entonces llegó muy sutilmente
la túnica inconsútil de su ser,
divinidad gloriosa en su esencia.
Me gustaría verla en la presencia
del halo tutelar de su saber,
en esta virginal pasión creyente.
Así modestamente.
en la casta virtud de redención
le ruego a Cristo Santo su perdón.
Claudio Batisti