Mi propio dolor castiga el alma mía
cuando te siento tan ausente de mi vida,
lejana en tu propia niebla de olvido
en el eco de algún gemido dolido,
tocando mi corazón con mano fría.
Y en mi boca que no tiene palabras
anida un beso perdido y dormido,
viviendo en el recuerdo de tu boca,
de tu cuerpo entre mis brazos tenido.
En mi pecho nunca nacerá olvidarte,
en esta eterna espera abnegada,
esperando el ultimo suspiro,
que me permita volver a besarte.