A veces tardan muchísimo los grillos
en cantar como chillando su misterio,
tardan en gritar sus broncos miedos
al tímido y plegable vientecillo...
¡Y no consigo conmoverme pronto!
Así, de mi mente caénse los hilos sensitivos
que a veces tejen imaginarias rutas
por las lindes obtusas del peligro.
¿Por qué esperar la opera del verso
si los grillos no cautivan a mi oído?
¿cómo ignorar sus copas de silencio
que embriagan mi sangre, humeante vino?
Están cansados de chillar su vida
y de enhebrar al viento su rutina
esos grillos de estirpe legendaria.
Acaso aguardan, como piedra incierta,
algo que del ambiente los conmueva
y sacuda su inercia estacionaria.