Funerario de tela
De nada sirve la belleza,
Ni los tocados, ni el ósculo
Dado a la boca del muerto.
Y más, si ha estado ya con su
Cabeza cercenada en varias
Bandejas de cobre pelado;
Porque quién la carga
Tiene la sonrisa sutil
Del parricida,
Y lleva cubriendo su cuerpo
Un menudo atavío
Que es mísero de su
Fineza