Espera.
Te espero como siempre
en el lugar
donde se despabila el sueño
allí donde la voz
se adelgaza en susurros
y tu boca
y mi boca
son una misma hambre
bajo el techo sonriente
que nos aparta
de la rutina
ofreciéndonos un cielo
puertas adentro
y dejándonos la luna
entre las manos
ven con esa canción
que estremece
los cuerpos
y las miradas profundas
de esos
tus ojos buenos
de un un negro
que canta y apacigua
regalémonos otra razón
sobre la cual quedarnos
sin jugos ni raices
relajados sobre
el vientre de la tierra
antes que el sol
le de su ultima caricia al mar.
Eduardo A. Bello Martínez
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