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¡CASTO, ALLÁ EN LOS AÑOS DE LA INFANCIA!

 

 

¡CASTO, ALLÁ EN LOS AÑOS DE LA INFANCIA!

 

Aun estando pequeño, salir de casa solía,

y no pedía permiso, pues libre yo me sentía;

cumplir debía una cita, con tantos buenos amigos:

¡En las afueras del pueblo, y allí no había testigos!

 

Se instalaba el escenario, del bosque allí en su espesura,

venían acudiendo todos, con sus cantos o en figura;

a lista iban respondiendo, en notas muy afinadas:

¡Lo hacían otros saltando, en orden, grandes manadas!

 

Silvestre era el auditorio, petirrojos y sinsontes,

canarios y carpinteros, presente en pleno los montes;

a mí las liebres llegaban, también presentes se hacían:

¡Olfateando las ardillas, y así me reconocían!

 

Otras especies menores, saltaban sobre la grama,

lagartijas, saltamontes, algunos escarabajos;

y arriba casi escondido, oculto tras una rama:

¡Nos observaba un mochuelo, llegaron muchos tinajos!

 

En gran camaradería, discurría la función,

con armonía total, su presencia reportaron;

las viandas fueron servidas, empezó la deglución:

¡De muchos frutos y bayas, los comensales saciaron!

 

El día entero avanzaba, y no advertía la cuenta,

que nadie creía en casa, en dónde yo me encontraba;

entonces ellos sabían, que el amigo se ausenta:

¡Montaban toda una orquesta, feliz allí les dejaba!

 

De noche ya con la novia, eramos ambos infantes,

pletórico de emoción, mil cosas le revelaba;

algunos años crecimos, unidos cual los amantes:

¡Sabiendo fieles y puros, que casto le contemplaba!

 

Así aprendí la inocencia, mezclada con la belleza,

y fue el almizcle perfecto, que en mí quedó como herencia;

aquellos días de ensueño, vividos con entereza:

¡Metido adentro en la jungla, me dieron la quintaesencia!

 

JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALS

Condorandino