Neferet Alma

MI BRISA...

Me dices que estoy hundida en la tierra, por eso mi estructura es manejable y mi peso ínfimo. Me dices que debo recostarme sobre las raíces serpenteantes del suelo pélvico de los árboles, para sentir ese Latir que tú precisas. Desconoces el tamaño de mis manos, teñidas de henna invisible en una urbe que es tu pecho. Ahítas están de rodarte proyectadas hacia el esponjoso cielo que compartimos. Deseosas de avanzar al ritmo intenso de tu huella.

El Amanecer Sangra por la herida del crepúsculo, llorando un rocío que recojes con la voz que me susurras. Proporcionas pelaje a mi eterno frío, colmillos a mi roca y plumas a mi delicadeza. Estoy proyectando envolver mi piel en trozos ensalivados por nutrirte Nunca antes necesité tanto una montaña, dentro de un sorbo de agua fria, para sanar mi fiebre.

Recuesto la espalda en la baldosa esmaltada y vuelo con los brazos extendidos. Lloro sin sollozo, derritiendo la mirada que obvio por escucharte puro y libertario. Regalo mi fortaleza a tu graznido, que atraviesa respiraciones desacompasadas; mis alas a tus garras, por si me despeño en otras uñas.

Soy un trozo de tu corazón en forma de frutívoro murciélago, dentro de tu mente. Deliciosa y madura, anido en la oquedad de tu cosecha.

Aullar a una sombra jamás fue un imposible, una vez desnuda y solitaria. Aullar a tu luna nunca será imposible si posees dentro de tu cuerpo Mi Brisa...