Te encuentro en un pasado perdido,
en las mañanas invernales, en las
tardes que siempre he querido.
A veces te encuentro en una charla,
en una comida, en una vieja carta,
en una pausa de esta vida sin ti.
Te encuentro en los recuerdos soleados
en la maraña de pensamientos matutinos,
en la languidez de mis pecados.
Te encuentro al anochecer, cuando me acuesto
y siento caricias que no son tuyas, y dejo
que mi mente duerma, para sentir
tu piel junto a mi piel, desnudas.