Mabel Cárcamo

LIVIANA.

Tras escucharte decir mi nombre con tanta ternura, comprendí, que todo lo vivido no hizo daño, me preparó para sentirte mejor;

me preparé para verte con aún más dulzura y alegría cuando con una sonrisa me esperas, y el aire es cálido.

Siento tus manos en las mías y es como si pudiera escuchar en lo hueco, el palpitar de mi corazón, y la agonía de mis creencias,

permitiendo viajar a mi alma, sin cadenas ni abismos.