Tarde te amé… tarde llegaste a mi vida
cuando todo el camino de ida estaba ya recorrido
cuando la vida ya estaba vivida
y no se podía hacer mucho para modificarla,
cuando ya no se podía hacer nada
para cambiar el sino.
Tarde te amé… a pesar que siempre estuviste dentro mío,
a pesar que siempre mi alma estuvo unida a la tuya
sin embargo el hado me llevó por otros derroteros,
por otros caminos.
Tarde te amé… o tal vez fue muy temprano,
cuando aún no estaba listo para enfrentarte
y decirte lo que por ti sentía
burdo acto de cobardía, inmadurez,
falta de osadía.
Tarde te amé… cuando ya no podías amarme,
cuando ya no podías darte por entera
cuando hasta un solo beso acaso era,
un acto prohibido, un pecado, un imposible,
una quimera.
Tarde te amé… cuando pretender algo contigo
no sería más que un sueño inalcanzable,
cuando declararte mi amor
era algo irrazonable, para la sociedad toda,
un acto condenable, vil, pútrido,
execrable.
Tarde te amé... cuando la pared invisible del decoro
hacía que todo intento fuera fútil
inadecuado, infructuoso, desubicado
y amarte un acto vano
aunque fuese puro, más allá de lo humano.
Tarde te amé… tarde descubrí
que por siempre fui tuyo sin serlo,
cuando descubrí que mi corazón estuvo
de ti por siempre poseso,
cuando descubrí que en ti estaba mi felicidad
y que no supe buscarte cuando tuve oportunidad
y hoy ya es tarde, lo confieso.
-. Par
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06062018
* (Basado en el poema homónimo de San Agustín)