Xiomiry

¿CÓMO DEBO LLAMARTE?

 

Dime por favor: ¿Cómo debo llamarte?

                                                      ¿Amigo?,¿Compañero? ¿Hermano?

Dime: ¿Cómo debo mirarte?-¿Con temor? ¿Admiración? ¿Respeto?

-¿No me respondes?

-La respuesta mora en mí –

 

 

Oh! Excelso compañero de aventuras,

vuela lejos mi pensamiento,

Hasta donde las alas infinitas De la vida se rompen…

Y contemplo mi soledad y tú solemne e imponente imagen,

Que me reta, y me incita,

Que adormece en mi voz, la quietud de mi alma.

 

¡Oh! Espléndida mañana, la aurora canta, brilla,

La luz, con fúlgida imagen que aviva al existir.

¡Oh la existencia!

Breve, muy breve y sin embargo,

Cuan testigo, de las horas mudas

Del hacer y del decir;

renace nuevamente la luz que conduce, hacia el norte.

 

¡Oh Extraño sortilegio de los hombres, que vagamos largamente!

Entre el húmedo silencio de una hora,

taciturna, menguada y muda,

 que se ahoga en la garganta del poeta,

Que enmudece todo… más no el verso.

El verso danza y salta, entre las nubes grisáceas

Que sonríen a la luna, al sol, a las estrellas,

Al canto que sonoramente acaricia la poesía

Y la mira fijamente a los ojos y grita:

¡Qué ésta vida, ya no es vida!

¡Es un sueño! –Un sueño que transmuta la linfa,

La locura,

 

la locuaz lucidez del hombre

que envilece la alegría y sin embargo

Ama la sonrisa que dibuja la mañana

que asoma el labio dulce de la risa Matutina del mañana.

¿Dónde estás? ¿Dónde estuviste?

¡Oh tristeza!, canta conmigo, un sonoro canto,

Que hable de amor, ¡sin tanto dolor!

¡No lo olvides!

 

La mañana canta y se abre, paso en la inmensidad de la aurora,

¡Oh! celeste locura, que en diadema de mi alma,

Gira, en torno al pensamiento

Que escapa de mi atroz tristeza,

Más allá de las horas,

Mucho más allá del alba,

Que te nombra

 

¡Oh Dios!

¡Si tan sólo, pudieras escucharme!

Yo iría tras los pasos del ayer

¿Dónde quedaron?

-Quizás se fueron hacia el mañana,

empero, dime Dios: 

¿Cómo debo llamarte?