¡UN ÚNICO LATIDO!
Percibo nuestro mundo, borracho de falsía,
feliz alza su copa de amargo desamor,
-pues, a muchos les sabe muy dulce este licor-
mientras otros se mueren por hambre cada día.
Soñé que nuestro mundo era un mundo de humanos,
que ante el dolor ajeno miles eran las manos,
que tendidas al otro les curaban su herida.
Soñé que éramos todos un único latido,
que el dolor del hermano jamás era el olvido;
sino fuente motora de lucha por la vida.
Soñé que un mundo nuevo con fuerza renacía;
como un volcán inmenso de fuego arrasador,
su lava era cual río de un infinito amor,
que a todos nos sanaba con su dulce mengía.
Jarablanca