Hace ya muchos, muchos años
que el pegote de barro
de mi cuerpo cayó en tu regazo.
E inconsciente y bien
dispuesta, de una pequeña golondrina
maltrecha, modelaste
una muñecota a tu gusto, pero
le ataste las manos.
Años de ceguera ante el amor
del que desconocía
la forma de darlo y confiada,
fueron pasando
los días que ahora cuentan
mis dedos
y siempre ganan los amargos.
Tan pequeña frente
a un titán lleno
de fuerza y rencores de antaño.
Mas también eres mis brazos,
mis pies y mis manos,
a los que siempre haces sombra,
intentando cuidar
ahora a quien nunca has valorado.
Y miras triste al cielo,
maldiciendo el oscuro pasado.
¿Qué hicimos? ¡Dime! ¿Qué celebramos?
¿Nuestros genes en un cuerpo nuevo?
¿Tus noches gozando en otros ojos
mientras los míos, dormidos se marchitaron?
¿La inmadurez de la fruta de nuestro árbol?
¿La sensación de soledad perpetua, cogidos
ambos de las manos sudorosas?
¡Dime, amor de antes, o de nunca, o de siempre!
¿Qué celebramos después de tantos años?
Y aún así…A veces te miro y no siento
pena, más que del tiempo
que ya se ha perdido, del que no echas
cuenta pues para ti,
nada parece haber huido, mientras yo,
arrastro mi esperanza
por ruinosos pasillos, sin entender todavía
que nos ha sucedido.
Tantos, demasiados años ya… ¡Dios mío!
Pilar González Navarro
Junio 2018.