El literato se sentaba en mis rodillas y comenzaba a comer manzanas, nunca percibí algo malo en el ni en sus mordidas desordenadas, siempre queria que le contara historias y le tejiera guantes para el frio. No supe lo que era hasta que lo vi escribir, era mi otro yo el demonio de las letras, las unía unas con otras como tejiendo redecillas para pezcar peces dorados de una pulgada o para cazar mariposas amarillas en épocas de mango. Me duele mucho que se halla marchado en busca otras rodillas. Los días de lluvia ya no son iguales. ¿Donde fuiste literato?
Las manzanas son muy dulces para mi. Regresa, te estoy esperando.
Paulina Dix