Dejé los cocos perforados, derramando su sangre blanca en la carretera. Dejé las carreteras cubiertas con la piel de la luna. Dejé los aguacates con barbas de pobres. Y entré y pisé el piso de mármol, la alfombra delicada, aspiré las fragancias importadas, observé el juguete caro y degusté el café exclusivo. Afuera es noche perforada.