Dante Dario

A mi abuela

A buena hora te nos fuiste a morir abuela

A cuatro días de mi cumpleaños y yo distraído en los festejos no te he podido llorar.

No me han salido las lágrimas.

Y es que ya llevabas algo de tiempo muerta abuela.

 

Te moriste abuela. Te moriste como mueren los olvidados.

En un desolado páramo, ajeno para los amados.

En lúgubres sueños cargué tu cuerpo sobre el mío: frío, cansado, frágil.

Solitaria y errante ave, con tus tiernas alitas aún no te atrevías a volar.

 

Pero ¿Qué hay que llorar por ti abuela que de viva tuviste tanto y tan poco de muerta?

¿Qué hay que llorar por ti abuela?

¿Qué hay que llorar?

María, de los ángeles siempre fuiste.

Te amo.