Sólo con tu recuerdo
me atavío, basta mirarme
una y otra vez
en esa mágica mirada tuya.
En tu recuerdo desfallezco,
cuando negra llega
la noche y me abrigo en él,
huyendo del frío
que al no estar tú, me hiela,
llegando la calma
a mi cuerpo y esfumándose
la triste zozobra.
De tu recuerdo me alimento,
en las hambrunas
horas en que mustio fallece
el día y a traguitos
de agua pura de tu fuente,
bebo vida, cada vez
que te rememoro de nuevo.
No necesito mucho más,
pues ya sé vivir
sin tenerte conmigo, pero
en mis sueños
eres mío y tú, de mi cuerpo,
el único dueño.
¡Que fascinante huella dejaste en mí!
¡Que imborrable tatuaje este!
¡Que generoso y silente es mi amor!
¡Que cadencioso y nostálgico se queja!
A veces, sólo a veces, le recrimino
a tu recuerdo la falta
que me hace, y es que sin él,
sería todo silencio y vacío.
Ni imaginarme quiero, lo que serías
tangible en mis manos.
¡Mejor no pensarlo! Anhelando vivirlo.
Pilar González Navarro
Junio 2018.