Mis palabras resbalan
como perfume de nardo,
sobre blancas hojas
adornadas con sellos de agua.
Son paisajes adormecidos,
difuminados...
Mis palabras no son vigorosas
ni soberanas;
tampoco son rebuscadas.
Son sencillas y transparentes
como arroyuelos en calma...
son mariposas azuladas
que llenan la brisa
con alas de plata.
Mis palabras son mensajeras
como robustas palomas;
son blancas y sinceras;
son aromas...
Llevan impregnada
la esencia de mi alma...
son apacibles y nostálgicas;
mis palabras no saben ser eróticas
ni bulliciosas.
Se alimentan del silencio
y de violines que cantan.
Llevan rumores de aguas,
y traen siglos de misterio.
Mis palabras son alondras
que descendieron a mi ventana.
No saben ser jocosas
ni mucho menos irónicas;
y carecen de formas abstractas.
Quizás no merezcan una alabanza,
pero llevan el sello de mi vida
mis humildes palabras;
y son la ofrenda aromática
que en mis versos Dios derrama.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario: \"La poesía es música\"
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