15
He vivido rodeado de soledades,
escuchando miles de voces,
tan vacías, tan silenciosas, tan lejanas;
como si la realidad se esfumara
entre las grietas de la muerte infinita.
16
Los rostros giran sin nombres, sin almas,
como ausencias delirantes que atormentan.
Aquí, algunos alumnos y profesores
parecen sombras hambrientas;
sin deseos de ser, sin anhelos,
comen y comen sin parar, engordan,
estiran sus días, las horas, los minutos,
se aferran a sombras de otras dimensiones.
17
Finalmente, mueren cansados;
demasiado cansados de respirar y comer,
de mirar sin entender,
de soñar sin haber vivido en el paraíso que les prometieron,
nunca se enteraron de que la Revolución Bolivariana fue un engaño,
la vil venganza de un viejo que se ha muerto en su reinado,
allá en el medio de las aguas del Caribe.
18
La muerte se lleva al viejo desahuciado,
a ese ser que se muere rodeado de enfermedades mentales,
tocando con su locura las alas de la esperanza muerta,
gritando el nombre de viejos camaradas que se hundieron en el infierno.
19
Y aquí, en la Tierra de Bolívar,
los pobres de siempre
se van de este mundo totalmente olvidados.
Los líderes bolivariano,
los muñecos del viejo fumador de tabacos.
20
Ofrecieron panteones a sus Generales,
y les cumplieron,
llenaron de soles y estrellas
los hombros de los uniformes,
y los soldados murieron felices
con el deber cumplido,
con sus casacas rojas,
sus flores rojas.
21
Sus Generales se fueron al cielo,
mientras el Pueblo se queda haciendo colas,
largas colas,
mendigando un poco de harina de maíz,
papel higiénico, leche en polvo,
jabón de baño, aceite, azúcar,
mendigando lo que antes sobraba.
22
¿Saben lo que me dijo un profesor de Filosofía?,
de esos que pensaban liberar al pueblo,
ustedes saben, “concientizándolos”,
con los viejos conceptos comunistas de Marx.
23
“La existencia plena
se realiza en el encuentro con el Otro,
con el ser humilde que se muestra en los rostros oprimidos,
¡Con el Puebloooo!”.
24
Todos esos profesores se creían profetas
de un nuevo sueño antropológico.
De verdad, pensaban que con un poco de “socialismo”
la sociedad daría un salto cualitativo
y su realidad ontológica sería mágica.
25
¡Viejos mentirosos!,
aquí deberían estar haciendo cola,
bajo este sol tropical de casi cuarenta grados,
aquí deberían estar
y tocar con sus propias manos
el fracaso de sus banderas rojas.
26
Ya quisiera yo que el profesor Julián estuviese aquí conmigo.
¡Ah! ¡Ya es tarde! Julián se fue hace poco,
ya hablaba solo,
con la mirada perdida
tratando de encontrar los rostros populares
de los que tanto nos habló.
27
¡Ojalá estuvieses aquí, querido amigo!
¿Sabes?
Aquí está el Pueblo,
y yo estoy con ellos,
sí, aquí mismo,
en la misma cola,
tratando de encontrar un pote de leche en polvo,
no es para mí,
ni voy a revender,
es para mi esposa.
Ella toma su café con leche cada mañana y cada noche.
28
Y aquí estoy haciendo la cola,
rodeado de esos rostros
de los que nos hablaste,
el rostro del Pueblo está casi deforme,
todo es absurdo,
sin definiciones,
sin esencias antropológicas.
29
La Revolución Bolivariana
de los farsantes
le ha robado la sonrisa
a las señoras de la “tercera edad”.
30
La gente en la cola me asfixia,
siento deseos de empujarlos a todos,
es como si las personas me estorbaran;
como si de pronto,
una fiebre terrible me invadiese,
y siento un calor pegajoso que no puedo soportar.
31
Y no veo la luz al final del túnel.
¡Estoy cansado!
¡Quiero irme a la casa!
¡Bañarme! ¡Dormir! ¡Despertar!,
¡Qué pesadilla tan existencial!
¡Cuánto deseo que esto termine!
32
“Ese coleado”, “sáquenlo”, “fuera”, “fuera”.
Yo también grito,
no sé lo que está pasando en la entrada del mercado,
pero estoy indignado,
cansado de todo y de todos.
33
La Guardia Nacional
dispersa a la multitud con “bombas lacrimógenas”.
Todos corren hacia cualquier parte.
La cola ha terminado por hoy.
34
¡Lo juro!,
tengan la seguridad de que mañana volveré,
trataré de llegar una hora más temprano.
¡Juro que no me van a colear!