DÉCIMO QUINTO DOLOR
1-
Si la soberbia me hablara
o el pecado se impusiera
sería yo –quien propusiera-
otro Dios a quien amara
¡callándome! Lo inmolara.
Porque el silencio es prudencia
es mansa benevolencia
ante el suplicio inmediato;
pero sería tan ingrato
silenciar tanta experiencia.
2-
Lo bueno que hay en la vida
“es pecado o sólo engorda”
por eso vaya a la borda:
La avaricia desmedida
la soberbia sin medida.
¡Y que viva la parranda!
pues quizás sólo demanda
un poquito de locura
(dejemos que la aventura
se esconda en la porta vianda)
3-
Desdémona ya no vive,
Sócrates no es perseguido,
ni Cervantes esta herido
ni pecar: Está en declive…
entonces ¿qué nos esquive?
No ha de estorbarnos la ropa
(no rompamos ya la copa)
Dejemos que el tiempo ruede
mientras el cuerpo se enrede
…ah de hervir como la sopa.
4-
Y si tuviera que escribir
tanto goce tanta dicha
sería otra la desdicha
sería ajeno mi sufrir.
No se puede consentir
que en un triste burladero
se mate al amor primero
con tanta tristeza a cuestas…
es mayor lo que tú retas
ante un dolor tan certero.
5
Pero prefiero estar ciego
caminando entre la niebla,
porque mi orgullo se puebla
con el ayer, que no niego,
¡con ese ayer! Al que ruego
o suplica mi demencia
sin tanta reminiscencia
que me dé, de olvido –poco-
porque al recordar invoco
al mismo Diablo en esencia.
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Sergio Jacobo “el poeta irreverente”