La vida
nos huye evanescente...
en campos desbocados
de diamante,
en aires...
licuados de amargura,
por el dardo desgarrado
de la tarde,
no es la rosa
venturosa...
princesa deslazada
en cielo abierto,
herida de gracia
almidonada...
por el labio
deshojado
de un te quiero.