Hola ¿cómo estás?, es para mí un gusto saludarte,
te veo y me digo: valió la pena esperarte,
te invito entonces una taza de café para charlar,
llamar tu atención con gentileza, es lo que deseo lograr.
Conversando muy amenamente, no dejo de observarte,
y es evidente para ti que no dejo de mirarte,
pero no te incomodas, al contrario, te veo sonreír,
que me gustas mucho, sé que tu logras discernir.
Al terminar nuestro café, nos vamos a caminar,
tomas tu mi brazo y nos vamos a pasear,
al cruzar una calle mi mano procedes a tomar,
creo que llego el momento en el que te debo abrazar.
Y al caer la tarde decidimos ir a bailar,
me dices que conoces un excelente lugar,
pasan las horas y entre copas me voy acercando,
en algún momento de la noche, nos terminamos besando.