Si me señalas la luna
te miraré el dedo.
Tu sombra es lo que importa.
Ponme tus ojos a la vista
para que pueda asomarme
al alma.
Encajo los míos en los tuyos
hasta mezclar colores.
No me distraigas con armas
de mujer.
Lo oscuro de tu caverna no es
ausencia de luz, es no saber.
Me absorbes hasta caer tras el
horizonte de sucesos.
Creo ver la otra cara de tus lunas.
Beso tus mil mejillas, celebro el
encuentro que buscaba.
No me distraigas, cuelga tus espadas.
Te contoneas, te sabes inerme.
Pronuncias tus senos remarcando
los acentos, sin logro.
No me distraigas.
A estas horas tus ejércitos duermen
en un carcaj, en una vaina que piensa
y se estremece.
Color de una piel que excede el simple
tacto, y con ello mis imperios.
Busco solo tu cuenca, tus montañas
quedaron atrás.
No quiero tu simiente,
dame solo tus ventanas.