Aquí tendido en los recuerdos de los últimos
peldaños de la vida, aquellos que pasamos juntos.
Me refugio solitario en mis pensamientos, vagando,
llenándome de sombras y escenas difusas de todo lo pasado.
Siempre terminas reflejada dentro de mi cuerpo,
en forma de rostro,
y te veo contemplándome en forma estática,
invariable.
Mi silueta dibuja la tuya en forma perfecta,
no deja escapar detalles,
es una pintura extraordinaria.
Me transporto contigo a un lugar maravilloso,
a un lugar que te inspira, que te llena.
Un lugar genial, en el que pasamos juntos, felices,
llena de libros...llena de versos, llena de sueños.
Se produce un encuentro entre tu piel y la mía,
sentados en aquella banca de pino Oregón,
esa tarde de noviembre,
temblorosa, simple,
...mirando libros a lo lejos.
Al anochecer me voy quedando dormido,
atrapado contigo dentro de mí,
persiguiéndote en mi alma,
encontrando tu esencia...
desesperado busco tu perfume japonés.
Cerca de cada media noche,
te hago prisionera de mis sueños
y me convierto en un esclavo dentro de ti.
Apoyo mi cabeza en la almohada
y desconsolado, empuño tu mirada junto
a mi pecho.
Solo siento que esta noche es triste,
llena de desconsuelo.
Igual te digo mujer;
nunca perderé la oportunidad,
aquello que uno cree,
la confianza,
la promesa,
la ilusión de compartir el amor,
ese amor que un día nos unió.