Caminaré solitario las alamedas,
donde mis pasos de infante forjaste,
para escuchar el susurro del viento,
que armonioso silba tu nombre.
Mis ojos han llorado tu partida,
mi corazón expira de nostalgia,
mi alma evoca tu sueño infinito
y mi vida vuela junto a tu recuerdo.
Mis pensamientos vuelan como gaviotas,
para remontar el mar de tu remenbranza.
Mis sueños son plácidos y profundos,
al escuchar la canción que entonabas en mi cuna.
Madre:
Mujer de fructífera entraña,
han florecido tus raíces
en esta existencia que llenaste de primavera.
En tu día
quiero que estas estrofas
se tornen en coronas de siemprevivas
para que adornen tu eterna morada
y mi plegaria de amor por Tí.
Dios te bendiga Mujer,
encontrar la senda del éxodo de la vida,
para llegar al santuario de tu alma,
y llevar a tu mansión de serena evocación celeste,
estas flores, ofrenda de mi corazón.
Madre ausente
que la estrella de tu presencia y bendición
brille siempre en mi camino.
Jaime García Alvarez