Por ti los giralunas
ahogan velas de madrugada,
por ti caen una a una
las estrellas desveladas.
Por ti estos trigales
bronceados de sol y mediodia,
por ti la espuma de los metales
y la luna sin estrías.
Por ti los girasoles
sueñan boca arriba,
por ti las noches de licores
los insomnios del escriba.
Por ti Abel mató a Caín
y Dios reclama otra costilla,
por ti se empaña el espejo más ruin
y Barracas se maquilla.
Por ti las proas
apuntan fijas a los puertos,
por ti las loas
de los vivos y los muertos.
Por ti cualquier Jesús
libra sus abrazos,
por ti cargo con la cruz
de hierro en mis dos brazos.
Por ti el Vesubio es una lumbre
y se enfrían las fiebres amarillas,
por ti no se pierde la costumbre
de dormir bajo cielos de vainilla.
Por ti la puta tristeza
se desnuda de alegría,
por ti su espada de belleza
me va muriendo a sangre fría.
Por ti los ángeles de yeso
que adornan vidrieras de santerías,
por ti se venden al peso
sin tu santa alevosía.
Por ti Lot miró hacia atrás
a ver arder la carne con la cal,
otra noche de Luna tan fugaz
que no alumbró su cáscara de sal.
Por ti se inclinan los rascacielos
y los cilicios al armario,
por ti este picahielos
geisha que estás en mi prontuario.
Por ti mi corazón
sufre de sed y de hambruna,
por ti mi caparazón
es blando como espuma.