Que sigan aplaudiendo…
Me siento aquí en esta oscura soledad,
tratando de controlar mis demonios internos,
mis angustias, mis temores, mis debilidades,
ocultando mis venganzas y escupiendo amargo,
esta saliva gruesa con sabor a hiel, a mierda
y me cuestiono, me juzgo y me condeno.
Son tantos los porqués que no tienen respuesta,
ni hoy, ni mañana, ni nunca, sencillamente no la hay,
quisiera tener el valor del desarraigo, pero son dos cosas
una es abandonar todo, para cumplir nuevos sueños,
otra, es ser despojado de las cosas ganadas luchando,
duele dejar en manos inmerecidas... lo más querido.
Debo maquillar mi cara, la función está a comenzar,
el traje de colores y olor a naftalina esta muy raído,
será la penúltima función de esta temporada,
la última… será… la última, no hay otra opción,
ya es poco el público, solo unos cuantos bohemios,
lo importante es cumplir con la temporada.
La comedia ha terminado, el telón baja lentamente,
no hay aplausos, no se oyen bravos, silencio total,
el auditorio se desocupó antes del final,
ahora a preparar la tragedia, argumento simple,
un solo actor, una vida vacía, lágrimas por doquier,
venas rotas, sangre derramada, cae el telón…
Aún retúmban los aplausos, mientras una mujer,
la única, se deshace en sollozos que nadie entiende,
aprieta en sus manos un arrugado papel,
lo encontró junto al puñal filoso y ensangrentado…
hubiera querido no leerlo… “Gracias por todo,
no le cuentes a nadie, déjalos que sigan aplaudiendo!!!”
Ron Alphonso
13 de junio de 2018