El frío que viene de dentro
Esperar hasta que llegue el amanecer
para después recibir ayudarían
cada uno con un manojo de leña
alrededor de una hoguera encendida
todos se calentaban
sabian que si el fuego se apagase
ellos se moririan de frio.
Llegó la hora
el momento exacto para poner la leña
en el poquito de fuego
que se extinguia
frente a sus ojos de los cuatro hombres
cada uno podia colocar un manojo de leña
por turno y compartir.
El primero
miró demoradamente hacia los demás
y descubrió a otro que por su vestimenta
era politico del gobierno
y escondió su manojo diciendo:
-jamás daré mi leña para calentar a un comunista.
El segundo
era un hombre rico y avaricioso
y estaba allí para recibir unos pagos
e interesses de una deuda
y quedara atrapado en esa montaña helada
y solo restaba esperar por ayuda
para el dia siguiente,
mirando a los demás
vió a un tercer hombre de montaña
que tenia un semblante de pobreza
y de sus ropas viejas remendadas
calculaba el precio de su leña
en la ganancia y dijo:
- Ni pensar
dar mi leña, para calentar a ese flojo.
El tercer hombre era racista,
y observo que uno era de piel oscura,
y lleno de odio, pensó:
-Aquel negro!
Jamás daré mi leña para calentar un negro.
Y la guardo.
El que era negro
Sus ojos centellaban de resentimiento
No había cualquier señal de perdón
ni resignación que el sufrimiento enseña
Su pensamiento era muy práctico:
-Si alguno me dice algo,
usare esta leña para defenderme,
además, yo jamás daría mi leña
para salvar a aquellos que me oprimen.
Y guardó con cuidado
escondiéndola de la mirada de los demás.
El hombre pobre
conocía el peligro de la montaña
y de la necesidad,
los secretos de la vida
y la sobrevivencia.
Pero no quería compartir su leña con nadie y pensó:
-Esta tormenta puede durar varios días,
además esos no me ayudarían tampoco,
ese rico aquel negro, un político,
son unos condenados,
no valen la pena.
Voy a guardar más bien mi leña.
Un otro de ellos,
era muy religioso,
y solo pensaba en Dios y su salvación.
Dios me salvara de esta tormenta,
parecía ajeno a todo,
era un soñador.
Miraba fijamente las brasas,
ni le paso por la cabeza
ofrecer la leña que cargaba.
Estaba preocupado demas
con sus propias visiones (o alucinaciones)!
Para pensar en ser util.
Con estos pensamientos,
los hombres permanecieron inmóviles.
La última brasa de la hoguera
se cubrió de cenizas y finalmente se apago.
En la Alborada del día,
cuando los hombres de Salvamento llegaron a la caverna,
encontraron, los cadáveres congelados,
cada cual asegurando un manojo de leña.
Mirando para aquel triste cuadro,
el jefe del equipo dijo:
“El frío que los mato,
no fue el frío de afuera,
fue el de dentro”.................