Apoyo mi pie en la rama,
mientras que con mis brazos me impulso,
hasta llegar a la copa.
Entre hojas otoñales observo.
La vida parece sencilla,
y los obstáculos pequeños.
Libertad,
tranquilidad,
aire puro que llena mis pulmones.
La rama cede bajo el peso de mi cuerpo y comienzo a caer.
Querida pasividad,
¿por qué me has traicionado?
Las ramas rasguñan mi cuerpo,
y las hojas obstaculizan mi visión.
Todo se vuelve oscuro.
Garras negras intentan detener mi caída,
torturando, arrancando pedazos de piel,
doblando mis extremidades.
Y risas macabras resuenan,
mientras estas duras manos recorren todo mi cuerpo,
lastimando con cada toque.
Mi ropaje está sucio y roto;
me encuentro casi desnuda
frente a estas garras.
Y me desmembran.
me flagelan,
me asesinan.
Y grito,
lloro,
suplico.
Y caigo,
caigo,
caigo.