Y aquí estoy yo,
quien decía no poderse enamorar,
sonriéndole como un idiota
a la pantalla de un celular.
Con las mejillas rojas
y el pulso acelerado,
no sé cómo lo has hecho,
pero me tienes enamorado.
Tus ojos me han cautivado,
tu sonrisa de mí se ha adueñado,
tu voz mi alma ha conquistado,
tu cuerpo mi cerebro ha hipnotizado.
Y ni hablar de tu corazón,
o tu excelente forma de ser:
me encanta tu sensatéz,
la manera en que al mundo ves.