La tarde...
se hiere de poniente,
en marcos de plata
se desviste...
huida
de impura lozanía,
se anuda licuada
a su proclama,
no es el beso
misterioso...
anárquica
y homérica desgana,
zaherido al éter
de la lluvia
se anuda...
al cáliz
de mi alma.