Llora el cielo,
no se cansa,
llora,
lloran las aguas,
Quizá esas lágrimas endurecen a mi alma.
Tal parece que la Tierra tenía sed,
Yo no puedo compartir esa indiferencia de los vientos,
Y desde esta vieja ventana, sólo observo;
como las aguas se llevan incesantes
Un olor profundo a barro
y un corazón apegado a su niñez.