De pronto un relámpago
enciende la noche.
Los caminos se cierran.
La vida se paraliza.
A lo lejos ...
muy distantes
los ojos caminan perdidos.
El destino guardar quisiera
las lágrimas derramadas
y yo los sufrimiéntos.
En el firmamento
un collar de estrellas
lloran sus destellos
en silencio.
El mundo calla su dolor.
Dejó de sonreír.
La noche ya no canta.
Todo es un lamento.
Sopla el viento su susurro
arrastrando mis lamentos
como aullidos a la Luna.
y me acompañan los bramidos
de las olas del mar
que nos separa.
Antonio Encinas Carranza
D. R.