El mundo le dio la espalda, mientras él le daba su amor a una humanidad egocéntrica que no reconocía a Dios; una cruz tuvo que cargar, el dolor insoportable de los clavos atravesando su humanidad y una lanza en su costado son testigos de la salvedad con que murió el Soberano príncipe de paz. Amor, perdón y salvación fueron el resumen de sus últimas palabras en la cruz; bendita gloria, bendito poder, bendita majestad del Soberano Dios que al tercer resucitó y a hoy nos sigue enviando sus cartas de amor envueltas en infinitas misericordias... Lord Vanvle