¡Qué tristeza hermano!
Ya no podrán mis versos
enlazarse con los tuyos,
ya mis aguas mansas
que corren como un río claro;
que bañan el huerto
de amapolas silvestres,
no podrán desembocar más
en tu encrespado oleaje
que cubre los peñascos.
¡Qué dolor hermano!
Mis altos sueños
no son tus sueños.
Tú corres por el llano
con tu lira encendida
de máscaras orientales
y muecas del averno.
Demonios místicos
que oscurecieron
la belleza de tus versos.
Yo subo las montañas
que conducen a la luz
con mi lira fatigada
y sobrehumana,
llevando los mensajes
que me dicta el Eterno.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"La poesía es música\"
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