Me duele este niño hambriento
Que se arrastra en el firmamento
Con sucio semblante de ángel
débil y maloliente.
¡Qué importa la edad que tenga!
Si esos niños siempre apestan.
Una sociedad pendiente
de hacer justicia renuente
adornada con palabras que mienten.
¡Falso!, que se vea por el ángel caído
cuando la oscuridad apunta
en sentido del olvido.
Mejor que dejen en paz al niño
de los pantalones rotos,
de los pies con grietas.
Sí, mejor dejad
al que se arrastra en el firmamento
al que pulula como la escoria
al que surge entre lamentos.
Alta sociedad hipócrita de hipocresía,
enferma saciedad,
con una boca predicas misericordia
y con la otra condenas al arrabal.
Y si el infortunio ronda
permite que ruede como rondan
las monedas que se niegan al infante.
Dejad que el niño hambriento
Se siga arrastrando por el firmamento.
Bello espectáculo para los creyentes
De esa sociedad pudiente.
Y si fuese posible hacer circo
con niño hambriento
que se arrastra en el firmamento,
con él y con los demás como él,
esta sociedad lo haría
para morirse de risa,
porque risa da ver a un ángel sucio,
débil y maloliente.
Enhorabuena sociedad de nubes,
porque han de saber
que los ángeles sólo florecen
donde crece el espíritu de bondad.
Perdonad potentados
que me apene
por su miserable realidad,
porque en esos lugares donde medran,
no hay ángeles que vean al cielo
implorando misericordia por necesidad,
eso sólo lo hace el niño hambriento
que se sigue arrastrando por el firmamento,
con sucio semblante de ángel,
débil y maloliente.