Tu mirada, tu rostro…
lo reconocí…en sueños,
en otra eternidad, aún no lo sé…
Tú, apareciste un día de mayo,
cuando la primavera apenas deseaba
acariciar nuestra piel.
Tal vez la pasión oscurece la razón
y me permite desvariar que ambos
somos esclavos de este amor…
El silencio carcome, estruje nuestro ser…
y apenas sí respiramos…nuestras almas
envueltas en llamas se quedan en el olvido…
Quizá tus ojos mientan…y lo único que se
divisa es una quimera que nunca existió amor…