Sintiendo la ausencia de quien
nunca ha pisado tu mundo,
añorando sus besos no conocidos,
conteniendo un llanto,
que jamás mojará sus oídos,
soledad tumbándote
cuando acaba su diario periplo,
sabiéndolo dulce
y dormido en otros brazos
que arropan su delirio.
Asumiendo que son el tiempo
y la vida, los culpables
de retrasos, adelantos y desatinos,
de estas horas de lástima
serena y frente a sus ojos cerrados,
los míos son siempre
duermevela, amante de una quimera.
Deseando gritarle: “Ven a mí…”
Que te siento ausente.
Que añoro tus besos.
Que me puede el llanto.
Que la soledad me vence.
Que para cerrar los ojos,
mirar los tuyos necesito.
¡Ven a mí”
Por favor te lo pido…
Pilar González Navarro
Junio 2018.