¡hey tabernero!
Ese de mrada arpía...
sirveme una fresca copa
que tengo el alma vacía
y un sinsabor en la boca.
¡hey tabernero!
¿por qué demoras tanto?
mira que me estoy muriendo
con este inefable llanto
que ya me está derritiendo.
Traéme un paño primero
que las lagrimas me duelen...
¡andale pues! tabernero
y haz que las penas vuelen.
Que ¿por qué me porto asi?
porque estoy enamorado;
una flecha tengo aquí
en mi corazón callado.
Por que dice odiarme mucho
no me habla, no me mira
contra su rencor yo lucho
y mi ánimo suspira.
¡hey tabernero!
pásame la otra botella
que quiero entrar en valor
para ir hasta el lado de ella
a decirle de mi amor.
¡hey tabernero!
la copa se ha caído...
iré a confesar mi idilio;
le diré que estoy pedido
que tengo el alma en vilo.
Gracias hombre y hasta luego...
una última cosa te pido:
haz en mi nombre un ruego
por si me brinda un despido.