Ingrid Zetterberg B.

TU SACRIFICIO FUE POR AMOR

 

Dejaste tu mansión de luz
para humillarte entre los hombres
y acabar mansamente en una cruz.
Fuiste sendero y paz
para los sedientos de vida,
para los humildes que miraron tu faz.
Mas para los rebeldes fariseos
fuiste tropezadero,
y te tendieron lazo los perversos,
que a través del mal discípulo
que te traicionó con un beso
te echaron mano y te prendieron.

 

Se angustió tu alma hasta la muerte,
y goterones de sangre fluyeron
de tu amada frente.
El látigo extendió llagas en tu cuerpo
mientras vociferaba
la chusma maldiciente.
No se hincaron de rodillas
ante tu serena mirada,
no temblaron ni temieron
ante tu majestuoso silencio.

 

Pasaste en llaga viva entre la muchedumbre,
y a pesar de tan cruel tormento,
tu paz era como lumbre.
Te clavaron sin piedad a un madero
y un rayo atravesó los cielos
y en las alturas resonaron los truenos,
mientras tú pedías el perdón
para los que te hirieron.
Tus palabras encendidas de amor
bendecían al ladrón que se humilló.

 

Y expiraste manso y tierno
como un pájaro herido.
Tembló la tierra y se oscureció el universo.
Los ángeles hicieron duelo,
y se rasgó el velo del templo.
Mas ay, ¡cómo temblaron del mundo
los cimientos!
Las tumbas se abrieron
y resucitaron algunos cristianos muertos.

 

Voz de alboroto por las calles,
algunos golpeándose el pecho.
¡Temor! ¡espanto!
al ver ocurridos estos hechos.
Los discípulos cabizbajos y llorando,
todos ellos se escondieron.
Tres días transcurrieron.
Tres días en que sopló el silencio,
hasta que en un alba luminosa
descendieron las huestes celestiales
y tú resucitaste en secreto.

 

Hoy todos los que te amamos
damos fe de aquel día
tan glorioso y tan perfecto.
Pues por tu sangre somos salvos
y por tu grande amor, oh Jesús
del reino de los cielos
también somos herederos.

 

Ingrid Zetterberg

 

Dedicado a mi amado Señor Jesucristo

 

De mi poemario: 

\"Ciento cincuenta poemas del alma\"

 

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